A veces por sincronías de la vida, un color toma un protagonismo casi mágico, mostrándose en pequeños grandes momentos de la vida.
El azul me cautivó más de una década atrás, y durante un año solo pude pintar con pigmento azul eléctrico, mi etapa azul. En mis cuadros abstractos buscaba conseguir el brillo del color cuando está en estado de pigmento puro.
Un año después de esto, visitaba Marruecos, y quedé fascinada por los Tagelmusts, turbantes de color azul índigo que usan los Touareg. En el Magreb se usa el color azul de manera extendida. De hecho en esta área se encuentra la ciudad más azul del mundo, Chefchaouen.
Para esta cultura el gran color azul simboliza protección, y representa también pureza en referencia a lo divino. En la Torá se menciona en un pasaje, como Dios le dicta a Moisés como crearse un talit, o pañuelo, que lleve un cordón azul, como recordatorio de los mandamientos y de la ley divina.
Años más tarde de mi visita a Marruecos, me encontraba inmersa en una residencia de arte donde quería que todos los materiales de mi obra fueran naturales. Ya había comenzado a pintar con colores minerales, pero fue en ese momento, al querer pintar con color azul, y natural, cuando de verdad investigué cómo podía obtenerse del medio natural.
Lo que primero pensé, fue en obtenerlo de rocas. En la antigüedad culturas como la egipcia o la mesopotámica, ya usaban Lapislázuli (piedra azul) o la Malaquita para decorar sus objetos rituales. Era el color de la realeza faraónica, de hecho, probablemente de ahí venga la expresión ‘tener la sangre azul’.
A lo largo de la historia de la humanidad, el Lapislázuli ha sido un pigmento muy apreciado por los artistas. La escasez de este mineral y su alto coste hizo que se le llegara a llamar ‘oro azul’.
Buscando otras alternativas, fue cuando descubrí las plantas del género Indigofera. Estas especies, que crecen por todo el mundo, contienen el pigmento indigotina en su interior.
Pero extraer el colorante de la planta para teñir fibras o para pintar, no es tan simple como con otros colores. Hay que someter a las hojas de la planta a un proceso de fermentación y reducción, a través del cual este colorante cambia de estado molecular. Cuando exponemos de nuevo esta sustancia al aire y a la luz, comienza un proceso de oxidación, en el cual el color ya sí puede adherirse a otras superficies o formar pigmento.
Azul eléctrico, Azul índigo, Índigo de marruecos, y Azul lombardo.
En la península el color que se cultivaba originalmente era el de la planta Isatis Tinctoria, o también llamada Yerba Pastel. Se solían vender bolitas de yerba pastel para luego teñir los tejidos.
Pronto será la época de siembra, y estoy deseando cultivarla en el terreno de Symbiotic Colours, después de un intento fallido el año pasado. Una amiga, María me ha enviado unas pocas semillas para que pruebe.
Os iré mostrando el avance de esta aventura azul.
Abrazos simbióticos
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