Uno de los grandes descubrimientos de este año para mí ha sido conocer las religiones afro brasileñas.
Durante mi estancia en Brasil pasé tiempo con personas cuya práctica espiritual es un sincretismo de diversos dogmas: Por una lado las ancestrales religiones africanas, traídas al continente americano por las personas esclavizadas, teniendo una especial importancia la tradición Yoruba (Angola).
Por otro lado las tradiciones indígenas propias de los nativos del continente, cuya fuente es la conexión con su ambiente natural donde todo adquiere una connotación sagrada y simbólica.
Y finalmente las religiones traídas de occidente como el cristianismo, que durante los años de colonialismo fue impuesto y buscó puntos de coincidencia con las demás doctrinas para asegurar su prevalencia.
Un dato curioso es que el espiritismo, o camino de comunicación con los espíritus, que tuvo un gran éxito en Europa en el siglo XIX y no tanto en la actualidad, ha cobrado una gran importancia en Brasil, asentando muchos centros por todo el país.
La combinación de todas estas creencias y prácticas conforma las religiones del Candomblé y el Umbanda en Brasil y Colombia, o la Santería en los países caribeños, por poner algunos ejemplos.
Tanto en la religión del Candomblé como en el Umbanda se venera a entidades llamadas Orishás. Una de las cosas que más me llamó la atención es que estos Orishás, son una representación de aspectos de la naturaleza universales.
Las entidades se invocan para recibir información útil y consejo para la persona consultante. Durante las ceremonias hay quienes ‘incorporan’ entidades, es decir, que ciertos mensajes son dictados a través de sus cuerpos por una fuerza externa a ellos mismos, como si algo les poseyera, cambiando el sonido de su voz y su comportamiento.
Yemayá, es según algunas fuentes, la más importante de los Orishás. Es la encargada de gobernar sobre el agua, el mar y los océanos. Llamada la ‘Madre de los Peces’, es la divinidad de la fertilidad por excelencia, la Gran Madre.
Se representa como una mujer de piel negra, de grandes pechos, que viste turbantes y siete faldas-mares. Se la dibuja con el color azul por su evidente conexión con el océano. En ocasiones se le atribuye cola de sirena.
Yemayá (artista desconocido).
Cada año para el 2 de febrero se celebra un homenaje a esta orishá donde se le ofrendan objetos marinos, flores, estatuillas, y en general se usan tonos azules para los rituales en su honor, que se realizan cerca del mar o de un río. Una parte importante de estas religiones son los cánticos y los bailes, con la presencia esencial de los tambores y el fuego. Se trata de imitar el movimiento natural de las aguas. Las personas que están inmersas en estas religiones establecen una relación muy especial con los diferentes instrumentos puesto que se cree que el orishá se manifiesta a través del tambor, la voz y el baile.
Al ser Yemayá una divinidad que representa a todo el ecosistema marino, sus devotos defienden el océano y las aguas uniéndose a campañas medioambientales y de protección de flora y fauna.
El potencial de la creencia y la fe puede ser relevante cuando hablamos de una nueva cultura de cuidado y amor por el planeta Tierra.
La creencia indígena de que todo ser vivo tiene alma y propósito sagrado, hace que las comunidades establecidas en la selva consideren mucho más su estilo de vida, limiten el uso de recursos naturales y se organicen de tal forma que permita que la floresta se vaya regenerando tras su paso.
Cosmic Fish. Obra Silvia Cored. 2017. Suiza
Desde la ética ecológica se ha hablado mucho de cómo comunicamos la situación de crisis climática y socio-ambiental. Hemos observado que por querer demostrar una precisión científica en los discursos, se usa una comunicación meramente intelectual y basada en datos numéricos con la que pocas personas conectan; una información abstracta y que el cerebro apenas puede interpretar. De esta forma pocas personas se sienten lo suficientemente interpeladas para transformar su comportamiento en lo referente a sus acciones cotidianas de consumo y gestión de residuos.
¿Qué estrategias de comunicación podemos usar para inspirar y activar cambios significativos y de impacto en las personas, de cara a una nueva cultura de amor y respeto globlales entre nosotr@s y el resto de seres de la Tierra?.
En su libro ‘Dark Green Religion’, el autor Bron Taylor nos relata cómo contactando con la parte emocional, con la parte de nosotr@s ligada a la creencia y la fe podemos sentir fuertemente la vinculación con los ecosistemas que somos (nuestros cuerpos) y los ecosistemas de los que formamos parte, empezando por nuestros paisajes cercanos y ampliando el marco a todo el planeta Tierra.
Considerar que la naturaleza es sagrada, que tiene valor intrínseco, y que los seres vivos que la conformamos somos interdependientes, podría desencadenar una actitud de cuidado y responsabilidad automáticas. Empezando por cómo me alimento y trato a mi macrobiota, qué elecciones de consumo a nivel individual tomo y siguiendo con el trato a todos los demás, que son extensiones de mí mism@.
P.D: Si te interesa profundizar en las religiones afro, mi amigo Federico Serna ha editado una experiencia sonora y binaural sobre el tema: Ilú. Te invito a coger tus cascos y sumergirte en este rico universo.
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